Doy por hecho que todos los que estáis leyendo este artículo lo hacéis porque seguís a La Calle Es Nuestra en sus diferentes redes sociales, y que si lo hacéis es porque os interesa el contenido de los que publicamos y, sobre todo, porque hacéis y amáis la “fotografía de calle” tanto como la practicamos y amamos los miembros del colectivo.
Esto me lleva a preguntaros, ¿alguna vez os habéis parado a pensar por qué hacéis “fotografía de calle”? No creo que sea porque vivís de ella. Sólo unos pocos privilegiados viven de la “fotografía de calle”, ya sea porque venden sus fotos, escriben libros, dan talleres, etc. El resto salimos a la calle a hacer fotos por muy diversas razones, pero nunca porque nos dé de comer.

Si quisiéramos vivir de la fotografía, en términos generales, nos dedicaríamos a otras disciplinas, a otros estilos, lo cuales, sin ánimo de infravalorar, sino todo lo contrario, desde el más absoluto respeto, podemos asegurar que pueden llegar a ser mucho más rentables, y que son muy diferentes de la “fotografía de calle”. Ninguno de nosotros hace fotografía de bodas, ni de comuniones o bautizos. Ninguno de nosotros se dedica a la fotografía de moda, con sesiones que duran horas, y en las cuales todo se prepara al mínimo detalle, peluquería, maquillaje, iluminación. Ninguno de nosotros hace fotografía publicitaria, ni retratos, ni fotografía de larga exposición, ni nada parecido. Nosotros salimos a la calle y la pateamos durante horas, día, tarde o noche, tanto en invierno como en verano, en días soleados y en días lluviosos, en condiciones favorables y desfavorables. Hay días en los que volvemos a casa cansados y decepcionados, pero existen otros días en los que llegamos felices y satisfechos. Y lo hacemos por razones difícilmente explicables, al menos en mi caso.
Seguro que todos nosotros nos hemos sentido muy extraños y frustrados en aquellas ocasiones, intuyo que muy pocas, en las que hemos salido sin nuestra cámara, o nuestro teléfono, y nuestro instinto, nuestro cerebro y nuestro radar, entrenados para ver la calle con ojos de fotógrafo y detectar aquello digno de fotografiar, se encienden y empiezan a mandarnos alertas para que fotografiemos esto o aquello, y nosotros, sin nuestra herramienta habitual, no hemos podido hacerlo. En momentos así es cuando tomo verdadera conciencia de la necesidad que tengo de hacer “fotografía de calle”, y en lo mucho que significa para mí, y el sentido que le ha dado actualmente a mi vida.

Yo salgo porque necesito salir a la calle a hacer fotos, con la esperanza de capturar momentos únicos e irrepetibles, momentos que sé que, si no estoy al loro y no soy rápido, no volveré a capturar. La calle me llama porque me ha enseñado a abrir los ojos para ver lo que ocurre a mi alrededor. Me llama porque he aprendido a apreciar que cada elemento en ella es único, singular. Porque la conjunción de todos esos elementos forman un cuadro bello e irrepetible. Porque ocurren cosas en un mismo escenario que son diametralmente diferentes de un minuto al siguiente. La calle me llama porque he aprendido que está llena de personajes interesantes, dignos de captar mi atención e interés. Y todo esto que explico, todos estos elementos, todos estos escenarios, yo los quiero capturar con mi cámara. Me los quiero llevar a mi casa en el carrete de fotos de mi teléfono móvil.
Para mí, la “fotografía de calle” es una pasión que se ha convertido en necesidad. Ya lo dijo el poeta griego Esquilo de Eleusis, “la fuerza de la necesidad es irresistible”. Yo necesito salir a la calle a fotografiarla, ¿me voy a resistir a ello? No, y espero que vosotros tampoco.


Excelente artículo y reflexiones.
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Confío en que coincida con la tua. Gracias, Ana
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