El flash se apaga, pero el color permanece: Adiós a Martin Parr (1952-2025)

Hoy el mundo se ve un poco menos saturado y, sin duda, mucho menos irónico. En el colectivo LCEN lamentamos profundamente la muerte de Martin Parr, el hombre que se atrevió a romper las reglas sagradas del documentalismo para enseñarnos que la verdad también vive en el kitsch, en el turismo de masas y en un plato de comida grasienta bajo la luz dura de un flash anular.

Parr no sólo miraba la calle; la interrogaba con una mueca de humor ácido. Mientras otros buscaban la poesía en blanco y negro, él abrazó el color chillón de la sociedad de consumo. Nos enseñó que la fotografía de calle no tiene por qué ser siempre romántica o heroica; puede ser cruda, divertida y, a veces, incómodamente familiar. Desde su seminal The Last Resort, cambió nuestra forma de entender la playa, el ocio y la clase media, elevando lo banal a la categoría de arte.

The Last Resort
© Martin Parr


Fue un maestro de la observación sociológica, un miembro clave de Magnum que sacudió los cimientos de la agencia y un referente absoluto para cualquiera de nosotros que alguna vez haya salido cámara en mano a buscar lo extraordinario en lo ordinario. Su legado no está solo en sus libros, sino en la mirada de cada fotógrafo que hoy se atreve a usar el flash a plena luz del día o a encuadrar lo que otros descartan.

Real Food
© Martin Parr

Martin se ha ido, pero nos deja una lección vital: no te tomes la vida (ni la fotografía) demasiado en serio, pero mira siempre muy de cerca.

Adiós Sr. Parr.

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