Haciendo la Calle: Austin (las fotos que nunca quise)

Bambi. 2017.

La ciudad de Austin fue todo un reto para mí como fotógrafa. Me esperaba un clima seco y me topé con una humedad del 85%. Me esperaba cielos rasos con sol, pero de siete días que estuve diluvió cinco y medio (el huracán Harvey aún estaba muy reciente y se notaba).

Esperaba encontrar muchos cowboys con sombrero gigante (por algo era Texas, ¿no?) pero pronto recordé lo grande que es el cine. Y cuando amanecí el primer día con niebla, lluvia y las calles de Austin totalmente vacías (la gente solo visita la ciudad el fin de semana) supe que aquello no iba nada bien. A todo ello se suma que estaba allí por trabajo e iba a estar todas las tardes ocupada sin poder salir con la cámara. ¿Podría ir peor aquel frustrante viaje fotográfico? Pues claro que sí. Al día siguiente mi equipo y yo dejábamos el hotel del centro de la ciudad y nos íbamos a una idílica casa con porche y jardín a las afueras. El plan puede sonar muy bien, pero no era desde luego el más emocionante para un fotógrafo de calle…

Sin gente, sin ciudad, sin apenas luz y bajo una tormenta que no terminaba nunca… ¿qué se hace cuando todos los elementos que necesitas para hacer tus fotos no están? Esa fue la gran pregunta que le hice a mi cámara en aquel lugar de Texas. Bajo un paraguas plegable.

Mientras las dos caminábamos por las gigantes avenidas de una solitaria y encharcada urbanización de casas familiares que me recordaba al barrio de Mujeres Desesperadas.

Tardé más o menos un día en reaccionar. Me di cuenta de que estaba enfocando mal el tema. Estaba intentando hacer allí las mismas fotos que ya había hecho en otros viajes. Y no estaba funcionando en absoluto porque aquel lugar no tenía nada que ver con ningún sitio en el que había estado. Yo sola me había montado un Texas exótico en la cabeza que no paraba de buscar y eso me estaba limitando. Estaba tratando de usar mis ingredientes habituales en un contexto que me estaba pidiendo a gritos probar una receta nueva.

Estaba tratando de comer un buen cocido madrileño en un smokehouse.

Austin me estaba dando una gran lección. Me estaba obligando a dejar de buscar para centrarme en descubrir. Simplemente tenía que dejarme llevar y surfear la ola. Una vez comprendí esto todo cambió.

Bambi. 2017.

En la mayoría de mis fotos de Austin no se ve gente, sino casas y paisajes urbanos desiertos. Algo nuevo para mí. Algo que no me esperaba, pero es lo que encontré. Y siento que ahora soy un poco mejor fotógrafa. No por las fotos que hice allí, sino porque fui capaz de resetear mi mirada y disfrutar muchísimo con mi cámara a pesar de todo.

Como fotógrafa de calle estoy deseando enfrentarme a muchos más “Austin”. Porque ahora sé que solo cuando haces las fotos que pensaste que no querías hacer puedes descubrir lo mucho que te gusta lo que pensabas que no te gustaba. Y es que estos días, ya en Madrid, de vez en cuando me sorprendo echando de menos Austin, pensando que no tuvimos el tiempo suficiente para conocernos, buscando como una loca casitas de colores, soñando con una Gran Vía desierta y mirando al cielo deseosa de que llegue cuanto antes la gran tormenta.

BambiBAMBI

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