Quién me lo iba a decir a mí… Si este encierro obligatorio en el que estamos confinados por la pandemia del coronavirus tiene algo de positivo, es que me está sirviendo para tomar conciencia de lo importante que es para mí la fotografía.
Yo, que soy arquitecto de profesión, que desde hace casi dieciocho años me gano la vida realizando tasaciones, una actividad muy rutinaria, carente de creatividad y emoción alguna, me encuentro actualmente con una necesidad imperiosa de hacer fotografías, de documentar este momento histórico que estamos viviendo y que, una vez superado, espero no volvamos a vivir.
Yo, que soy un producto de Instagram, que empecé a hacer fotos con un teléfono móvil en 2010, a raíz de la aparición de esta aplicación, hoy convertida en red social y totalmente despojada del objetivo inicial con la que nació, compartir fotografías; me doy cuenta de que esto que empezó como una distracción, como una afición, se ha ido convirtiendo en una pasión, en un impulso irresistible.
Quién me lo iba a decir a mí… Ahora, encerrado en casa, siento más aún si cabe la necesidad de hacer fotos, sea en la calle, desde casa, o dentro de casa. En las pocas ocasiones que he tenido que bajar a la calle, me he vuelto a sentir vivo. He sacado el móvil y he hecho fotos. He fotografiado mi entorno, mi barrio, como nunca antes la había visto, vacío, triste, pero bello. Madrid, vacía, también es bella. Es fascinante tomar conciencia de lo mucho que necesito la calle, de lo mucho que la amo.

Y cuando no bajo a la calle porque no hay necesidad de ello, siento un impulso incontrolable de seguir fotografiándola desde casa, desde los balcones, exponiéndome, escondiéndome. Pero esa necesidad de fotografiar está, existe, soy consciente de ello.
Me doy cuenta de que este encierro nos está obligando a reinventarnos. Ante la imposibilidad de bajar a la calle a fotografiarla, o bajando en contadísimas ocasiones y encontrándonos con un escenario diametralmente opuesto al habitual, los fotógrafos de calle estamos buscando nuevas maneras de mirar. En mi caso particular yo, que soy un apasionado de fotografiar gente desde muy cerca, especialmente personas mayores, ahora no me cruzo con nadie. Las calles están vacías. Estoy viviendo una calle muy diferente y, sin embargo, enormemente bella.
Estoy descubriendo que la calle también se puede fotografiar desde mi balcón. Estoy, incluso, tomando conciencia que lo que ocurre en mi casa, lo que observo en mis vecinos, también es calle, o eso al menos creo yo. He aprendido que también puede ser calle un patio con la ropa tendida, un cesto con ropa recién lavada en el suelo, una cama con las sábanas revueltas, o los juguetes tirados en el suelo con los que ha estado jugando mi hija de cuatro años. Estoy aprendiendo que la calle también puede ser lo que ocurre de puertas para dentro porque, al fin y al cabo, somos nosotros los que habitamos esos espacios interiores.

Estoy siguiendo a rajatabla el consejo de mi compañera Irene en su artículo recientemente publicado. Mi escenario no es tan fascinante como el suyo. Vivo en una calle cualquiera del centro de Madrid. Enfrente tengo vecinos que sólo salen a sus balcones para aplaudir a las 20 horas. La calle es estrecha y el sol tarda en hacer aparición, no es el escenario rural de Irene, no es la luz que tiene Irene y sin embargo, cada vez que salgo al balcón encuentro una foto diferente, sea mirando de manera distinta, encuadrando de manera distinta, sea buscando un momento del día diferentes, sea asomando la cabeza o escondiéndome entre los barrotes, sea variando la focal del móvil. Sea como sea, la calle está ahí, y me llama.
Y en estas estoy, haciendo diariamente fotos con mi teléfono móvil. Y no sólo a la calle, también a mi familia. Estoy documentando los momentos familiares que estamos viviendo en el seno de nuestro hogar. ¿Para compartirlos? Pues no lo sé, si acaso, para compartir una foto al día. Pero lo que sí sé es que estar con mi familia veinticuatro horas al día durante al menos un mes, de manera ininterrumpida, no se volverá a repetir. Por eso lo estoy documentando, para que no se nos olvide, para que podamos revivirlo pasado un tiempo, para enseñárselo a mi hija Martina, a quien esta pandemia le ha pillado en Irlanda y no puede estar con nosotros.

Quién me lo iba a decir a mí… Yo, que soy arquitecto de profesión, incluso por vocación, ahora me siento fotógrafo, soy fotógrafo.
A continuación, os dejó una galería de las fotos en orden cronológico que he tomado en los días del confinamiento:
Genial tus fotos Luis, me gustan esos paisajes con tanta amplitud.
Me gustaMe gusta
Gracias, Raúl. A pesar de lo que significa ver la calle vacía, Madrid está bellísima así.
Me gustaMe gusta
Muy Buenas imágenes !!! Ocurre que muchas veces miramos, pero no vemos. En situaciones críticas, especiales,… es cuando se agudizan, los sentidos. Esto es mi recuerdo de uno de mis MaestrosDon Héctor Cartier, en la Asociación de Artistas Plásticos de Buenos Aires. Felicitaciones !!!
Me gustaLe gusta a 2 personas
Muchas gracias! Como decía en el artículo, Madrid está vacía por culpa del coronavirus, pero también está bellísima. Hay que aprovecharlo para documentar una calle que espero no volvamos a ver.
Me gustaMe gusta
Hola. He leído tu artículo de hoy referente a cómo ves y cómo te sientes después de estos primeros días de confinamiento.
Tengo que decirte que me siento totalmente identificado contigo y no solo en lo que al confinamiento se refiere, si no que me ha «gustado» cuando has comentado que en tu trabajo de tasador no obtienes ningún tipo de emoción y termina siendo totalmente rutinario e insulso (Esto lo añado yo), y que es en la fotografía donde encuentras esa vía de escape y alivio.
Yo llevo más de 20 años como Credit Manager de una empresa internacional, y te puedo asegurar que mi día a día en lo que al trabajo se refiere es una (Caquita), refiriéndome a las escasas emociones que tengo oportunidad de vivir más allá de las tensiones económicas, pero bueno.
Es en estos días en los que estamos en casa, teniendo más tiempo para dedicarlo a la fotografía que es lo q nos gusta (No tengo tu nivel ni mucho menos), te das cuenta de que hay otra vida, complicada pero ahí está.
Te animo a seguir adelante con tu pasión, q ya te digo, esta situación nos esta «ayudando» y mucho a pararnos a pensar y replantearnos muchas cosas.
Saludos
Me gustaLe gusta a 1 persona
Hola Juanma.
Agradezco muchísimo tu comentario.
En el fondo el confinamiento ha sido la excusa para terminar el artículo de la manera que lo he acabado, diciendo que soy arquitecto, pero que también soy fotógrafo.
Muchísimas gracias de nuevo. Tu comentario hace que haber escrito el artículo haya merecido la pena.
Un saludo.
Me gustaMe gusta
Hola amigos , a mi me pasa igual , a mi humilde nivel , carnicero de profesión con negocio propio , mi única posibilidad de hacer fotos de calle ECT , es los dos días que visitó alguna ciudad o doy un paseo con mi mujer , siempre con el mi 8 que tengo dispuesto , un placer segiros y aprender , gracias.
Me gustaMe gusta
Hola! Me alegro mucho que te hayas identificado con el artículo. Aquí no importa el nivel, lo importante es la pasión por la calle, sea con una cámara o con un móvil. Que no decaiga ese ánimo! Un abrazo.
Me gustaMe gusta