Para los que en algún momento hemos sido corredores, oír hablar de la épica (casi mística) soledad del corredor de fondo es algo muy común y recurrente. Ahora que la fotografía callejera está tomando los caminos de moda del correr, creo que es un buen momento para abordar un tema para mi fundamental en esa disciplina fotográfica: La soledad del fotógrafo de calle.
Vaya por delante, que las reflexiones y consejos que haré a lo largo de estas líneas son muy personales y con ellas no quiero, ni pretendo, que se tomen como otra cosa ni dogma de fe.
En el tiempo que vivimos, constantemente se nos recuerda y se nos forma desde niños, en la importancia del trabajo multidisciplinar y en equipo. Por suerte, creo yo, aún hay trabajos que siguen siendo eminentemente solitarios. Sin duda, la fotografía callejera lo es para mi.
No concibo la fotografía de calle como un trabajo en equipo, ni tampoco como una actividad social. Ese componente, el social, se lo podemos dar a la hora de mostrar nuestro trabajo. Ya sea a través de foros fotográficos, exposiciones, redes sociales o colectivos dedicados a la disciplina. Pero el hecho fotográfico puro, el acto de fotografiar, es para mi una actividad que requiere y exige soledad.
Sal solo.
No entiendo, tampoco critico, a aquellos fotógrafos que salen en grupo a hacer fotografía callejera. Mención aparte merecen los denominados paseos fotográficos, clases magistrales, talleres de fotografía… etc. a lo que todos, en algún momento, hemos asistido y que pueden ayudar, sobre todo a fotógrafos callejeros noveles, viendo cómo se desenvuelven lo más avezados en la materia. Pero cuando la gente queda en grupo para hacer fotografía callejera siempre me asaltan las mismas preguntas… ¿De verdad quedan para hacer fotografías? ¿Qué diferencia habrá entre los archivos finales de cada uno de ellos? Apuesto, sin temor a equivocarme, que muy poca y en su mayoría carecerán de “alma”.
Captar la esencia de la calle exige de una total concentración por parte del fotógrafo. Ello se me antoja incompatible con una actividad grupal o acompañada. Si queremos que nuestras fotos adquieran un nivel superior para mí es fundamental salir a la calle solo. Si no, seguramente irás distraído en conversaciones ajenas a la fotografía o irás más preocupado por no quedarte rezagado. En el mejor de los casos, captarás esas escenas callejeras justo después de que lo verdaderamente interesante se haya evaporado… para siempre.
Desconecta.
Aléjate de todo artilugio o artefacto que no sea tú propia cámara. La calle, tú cámara y tú sois los únicos compañeros necesarios. Pon en modo silencio tu teléfono móvil por unas horas. La humanidad, aunque no lo creas, ha sobrevivido miles de años sin ellos, e incluso tú. Aunque sólo sea por unas horas haz ese ejercicio, te aseguro que te ayudará a concentrarte mejor.
Silencio.
Hay gente a la que le ayuda fotografiar escuchando música. Dicen que se aíslan y se concentran mejor. Yo amo la música y aunque lo he intentado más de una vez, no hace otra cosa que distraerme. Y lo he intentado con géneros que van desde el Jazz hasta el Rock. Es más, al estar aislado con los cascos, pierdo conexión con todo lo que me rodea, las conversaciones de mis protagonistas, la antesala sonora que muchas veces precede a una buena foto. Por tanto, desde mi experiencia, aconsejo ir sin cascos.
Piérdete.
David Gibson se refiere a la fotografía de calle como “fotografía perdida” en el sentido de que el fotógrafo de calle necesita perderse. Necesitas perderte y no sólo desde un punto de vista geográfico. Si te encuentras en una ciudad o lugar que no conoces, en conexión con el punto anterior, no te ayudes de aplicaciones como Google Maps, salvo que sea estrictamente necesario. Hazte con un mapa en la oficina de turismo más cercana. Se trata de regresar en cierto modo al mundo analógico. Piérdete también a nivel conceptual. Improvisa, investiga nuevos caminos compositivos y temáticos. Arriesga. Piérdete para en definitiva encontrarte a ti mismo. Es un buen ejercicio que sólo conseguirás en soledad.
Quiero terminar estas líneas con una frase del fotógrafo José Manuel Navia que reafirma todo lo que he venido comentando en estas líneas: “La fotografía es un oficio de soledad; si viajas solo, te relacionas de verdad con el mundo”.

Totalmente de acuerdo
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