David Expósito (Madrid, 1994), es un joven fotoperiodista con un ojo muy puesto en lo social y la vida de barrio. Colaborador del diario «El Pais», David tiene un ojo único para mostrarnos la realidad pero siempre con una mirada muy personal y un estilo que se aproxima a la fotografía de calle incluso en sus trabajos más periodísticos.
Es un lujo tenerle hoy en Píldoras de Calle y que nos cuente un poco más sobre el mismo.
Allá vamos.
1- ¿Cómo definirías la fotografía de calle?
Por definición, diría que es toda aquella que se toma fuera de los espacios interiores y que por lo general implica fotografiar a desconocidos en una ciudad o lugar urbanizado. Sé que hay muchos debates sobre qué es y qué no es fotografía de calle, pero personalmente les dedico poco tiempo, no me identifico mucho con las categorías.
Además, al ser un fotógrafo joven, aún estoy en fase de exploración. Aunque a veces no sepa lo que quiero, intento saber lo que no quiero, me guío más por eso que por pertenecer a una u otra categoría fotográfica
Si se dice que algo tiene que ser de una determinada forma, a mí me da por investigar la contraria. Es tentador todo lo que queda fuera de las etiquetas. No me importa si soy fotógrafo de calle, de retratos, fotógrafo social o conceptual. Me preocupa fotografiar y sobre todo cómo hacerlo. Al principio salía a hacer fotos de una forma tal vez “clásica”, tomaba cierta distancia, quería ser un observador invisible, que nadie supiera lo que estaba haciendo para así “no perder la magia del instante real” como se suele decir. Pensaba que si hablaba con alguien y después le hacía fotos perdería la esencia. Ahora pienso radicalmente diferente y de hecho me siento más cómodo si la otra persona sabe lo que estoy haciendo. Quiero estar más cerca, y tal vez por timidez prefiero presentarme primero. Pero no lo hago siempre, muchos días depende del estado de ánimo. Me gusta la fotografía que se parece a los niños, la que es instintiva, que no tiene reglas ni prejuicios.
En fin, que me gusta todo aquello que dé lugar a una buena foto. El cómo se haya conseguido me importa para mi aprendizaje, pero no a la hora de valorarla. La calle es un escenario infinito, con muchísimas maneras de interpretarla. Para mí todo es válido si es honesto.

2- ¿Cuál es tu fotógrafo favorito, y por qué?
Si el mundo ardiera y solo pudiera salvar una cosa relacionada con la fotografía, no sería ninguna imagen, sino la carta de Sergio Larraín a su sobrino. Me afectó mucho cuando la descubrí. Ahí está todo lo que me gusta de la fotografía, el vagabundear, el hacer fotos por pura intuición pero luego llegar a casa y ser crítico con ellas. Que la sensibilidad sea algo que se va gestando casi en el subconsciente.
Me siento más identificado con aquellos que han fotografiado los mismos espacios o territorios que yo, porque cuando veo fotos de lugares lejanos, me cuesta más empatizar con el escenario. Diría que Cristóbal Hara es de mis preferidos, por su personalidad, por su valentía, por hacer lo que quería hacer. También Cristina García Rodero, que además de fotógrafa ejerció la docencia. Sin conocerla, pienso que se trata de una sensibilidad muy especial, con una obra incuestionable sacada adelante a base de trabajo.
De los actuales, suelo estar muy pendiente de qué es lo último que se han inventado Rodrigo Roher y Manuela Lorente. Son como niños con una cámara, y eso me mola.
3-¿Blanco y negro o color? ¿por qué?
Al trabajar de fotoperiodista, hago color. Como todos, empecé con el blanco y negro a tope. No me atrevía a dejar una foto en color porque me parecía muy mala. En efecto, lo era, pero en blanco y negro también. Me di cuenta de que o hacía color o no vendería una foto nunca. Estuve varias semanas cambiando el archivo a color, y fue un alivio tremendo.
Aún así, no hago las fotos pensando en los colores, no tengo ese ojo. Las fotos cromáticas no me llaman mucho la atención. Lo que busco es otra cosa, tal vez reconocerme de alguna forma en la imagen, esto es algo que llevo pensando desde hace un tiempo. Soy medio daltónico, así que en los colores no me identifico. Insisto en que estoy aún en fase de exploración, tal vez en algún momento regrese al blanco y negro si la serie fotográfica me lo pide, no es algo que medite demasiado.

4- ¿Escuchas música (¿cuál?) cuando haces fotos, o prefieres escuchar el sonido de la calle?
No utilizo música ni auriculares. No porque crea que haré mejores fotos así, sino por ciertas taras mías como que me da mucha tristeza cuando nos veo a todos con el móvil en el metro y esas cosas. Aislarme más del mundo con los auriculares me da Digamos que me hago el rebelde y voy sin cascos por la vida. Es una tontería en realidad.
Sin embargo, creo que cuando más feliz soy haciendo fotos es en un lugar con música, sin presión, fotografiando por instinto, bailando con los demás. Me gustan las charangas, las verbenas, los bailes de la tercera edad y el perreo. Un after en Fábrik es algo que me encantaría documentar.
5- ¿Lugares llenos o vacíos? ¿por qué?
Ha ido cambiando. Yo vivo en Alcorcón, a las afueras de Madrid. Al principio cogía la cámara y hacía fotos por el centro, pensaba que ahí estaban las buenas imágenes. Estuve durante un año fotografiando la Puerta del Sol, acudiendo a la hora del atardecer, todos los días. Fue un ejercicio fundamental para mí, porque siempre había gente y tenías que decidir muy rápido. La mirada se agotaba después de tantos meses seguidos, y cada vez era más difícil ver algo de interés. La Puerta del Sol es un sitio de paso, donde coincide todo el mundo, sin distinción de clases. El problema del centro es que me cuesta encontrar los rasgos identitarios de la ciudad. Roma, Madrid, París, Nueva York, Hong Kong… cada vez se parecen más entre sí.
Entonces, de un tiempo a esta parte, lo que prefiero es alejarme de ahí, buscar en los alrededores, en los barrios, en la periferia. Ahí los espacios se vacían y las relaciones cambian. Me encantan los “bandoleros”, aquellos que andan por los caminos que parece que llevan años sin ser transitados. Con eso ando ahora.

6- ¿Cuál es tu herramienta (cámara, objetivos, móvil…) preferida? ¿por qué, y cómo la utilizas?
Utilizo una FUJI X-PRO 3 (antes tuve la X PRO 2 y la XT1 con la que empecé), con un objetivo 23 mm, que se convierte en un 35 mm. El 90% del tiempo utilizo eso, además de un flash que me compré hace un año y pico. He intentado utilizar otras ópticas, y los resultados a veces sí me han convencido, pero siempre vuelvo al 35. Me gusta hacer las fotos de frente a los sujetos, jugar entre las imágenes de contexto y los planos cercanos. Con este objetivo he aprendido a conseguir ambas cosas.
También me encanta hacer fotos con el móvil, utilizando el zoom a tope de la cámara para que pierda calidad la imagen. Hago pequeñas series de vez en cuando si hay una escena que me motiva. No trato de crear una “gran foto única” que resuma una historia. Se trata de hacer una narrativa, una secuencia a base de fotos pequeñas y defectuosas, que por separado las veas y digas “¿qué mierda es esto?”, pero que al observar el conjunto mole y tenga sentido. Esto me suele dar mucha satisfacción, porque es lo que más me mola: ser libre en la toma de imágenes y analítico en la edición.
7- ¿Qué llevas en tu mochila fotográfica?
No llevo mochila. Tengo una bandolera Adidas donde meto las baterías y si acaso otro objetivo. Como tengo tendencia a querer estar descansando, si voy muy pesado es probable que no dure mucho ese día. Cuando tengo que cubrir una manifestación lo paso regular, porque hay que ir cargado con mil historias, (objetivos, ordenador etc). Si estoy cansado o tengo el ánimo bajo no me apetece hacer fotos, trato de ponérmelo fácil y llevar poquitas cosas, apañarme con lo que haya.
8- Consejo para los amantes de la fotografía de calle
Más que nada les recomendaría la carta de Sergio Larraín, ahí está todo lo que se necesita para empezar. Dice cosas como: “El juego es partir a la aventura, como un velero, soltar velas. Ir a Valparaiso, o a Chiloé, por las calles todo el día, vagar y vagar por partes desconocidas, y sentarse cuando uno está cansado bajo un árbol, comprar un plátano o unos panes y así tomar un tren, ir a una parte que a uno le tinque, y mirar, dibujar también, y mirar. Salirse del mundo conocido, entrar en lo que nunca has visto”. Con esto bastaría.
Sin embargo, sí me gustaría apuntar una última impresión. Para mí es muy importante fotografiar con optimismo, creo que los fotógrafos de calle son siempre unos optimistas. Salen de casa con la esperanza de volver con algo, aún sabiendo que rara vez lo lograrán. Algún día lo consiguen, y en ese momento hay que volver a empezar de cero. Y, además, si lo piensas, ¿para qué sirve lo que haces? Diría que en el fondo, es para nada, una foto no es nada que sea trascendental. Sin embargo, siguen saliendo a la calle con la cámara. Eso es maravilloso.
Podéis ver más fotografías de David en:
Deja una respuesta