Hoy he decidido recopilar algunas de las situaciones que se suelen dar cuando practicamos la fotografía de calle. Si cuando terminas de leer este artículo no te sientes identificado con ninguna de las situaciones, probablemente es que ésto no sea lo tuyo: Encaje de bolillos, elaboración de cupcakes o chino mandarín puede ser buena idea.
Empezamos.
1- Encontrarte en la mejor ciudad del mundo cámara en mano. Percatarte en el primer disparo que te has dejado la tarjeta de memoria o carretes en el hotel, que obviamente está a tomar por el culo.
2- Visualizar una escena perfecta, capturarla, y darte cuenta al ver la foto que sale tu primo Paco (aquel que no ves desde que nació tu sobrina) saludándote todo efusivo. Alta probabilidad en pueblos, bodas, bautizos y comuniones.
3- Ir por la Gran Vía, encontrarte con algún colega fotógrafo. Acabar en el bar en estado lamentable (para ser un martes) pidiendo el penúltimo Gyn Tonic, llegar a casa y ver que la única foto que tienes es la que te hizo el camarero. Sale borrosa.

4- Esperar que ocurra una acción interesante en la mejor esquina donde el sol refleja de un modo celestial. Esperar otros 10 segundos más al nubarrón que te joda la foto.
5- Llevar días sin salir a hacer fotos, tener un hueco libre y decidirte cámara en mano para al momento acordarte de que te habías apuntado a clases de Zumba ese mismo día.
6- Notar la presencia de alguien que te sigue y al rato sentir que te tocan la espalda para preguntarte que modelo de cámara llevas. Iniciar una conversación eterna sobre la cámara que mejor le conviene comprar para fotografiar la boda de su cuñado.
7- Esperar varios minutos a que pase alguien y cuando te ven, apartarse agachados rápidamente del encuadre pidiendo perdón. (En ese mismo momento te planteas apuntarte a un curso de cocina o estampar la cámara contra el suelo).
8- Empezar el día muy motivado y con ganas de sacar “la foto”. Recibir un sms del banco comunicándote que estás en menos ciento treinta euros. (Nunca debí comprar ese tripode caro que nunca usaré).
9- Llevar meses muy entregado trabajando en un proyecto fotográfico, y en las últimas noticias de tu blog favorito, ver a un autor con el mismo proyecto que tú, pero mucho mejor y más interesante (Encima le queda mejor la boina que a ti) .

10- Ser indeciso a la hora de elegir correa entre toda tu colección, optar por el modelo de seda que te costó ciento cincuenta euros (que pega con tus sandalias favoritas). Encontrarte en medio de una tormenta veraniega: si no hay zapatero en el mundo capaz de arreglar esas sandalias “hechas barro”, tampoco hay artesano capaz de recuperar esa correa de seda que parece un plato de espaguetis de rancho.
11- Pensar que estás en la mejor situación que se pueda dar en una escena callejera, y al cabo de un rato darte cuenta de que te has colado sin saber en medio del rodaje de la nueva película de Terminator (aunque no me creáis… verídico).
12- Disponer de todo el tiempo del mundo para conseguir buenas fotos y no sacar ninguna. Hacer tu mejor foto en el portal mientras esperas a tu hijo (moraleja: menos es más).
13- Ver pasar ante tus ojos una serie de acontecimientos, escenas y demás milagros compositivos: El mismo David Lynch te haría tres películas, dos series y cuatro bandas sonoras… Tu sólo una para Instagram y recortando.
14- Sacar a pasear tu vieja cámara telemétrica. A las quince fotos, una persona te indica que llevas la tapa del objetivo puesta (En el AMPA del colegio de tu hijo imparten un curso de repostería interesante).

15- (1)Salir a probar tu nueva cámara analógica que te costó sangre y sudor conseguirla en wallapop (nunca llegan los mensajes privados). Terminar el carrete, rebobinar y darte cuenta que no pusiste bien la película y todas las imágenes se fueron al carajo.
(2)Intentarlo de nuevo, comprobar hiciste todo correctamente, pero al apurar la película para poder conseguir sacar treinta y ocho fotos, soltarse la película del carrete.
(3)Abrir la cámara, ver como está enrollada en el lado derecho y por lo tanto “velada” al estar fuera del carrete.
Conclusión: vuelves al digital y reniegas de la fotografía química, eso es de modernos.
16- Dominar la técnica de calle a la perfección, tener mas de cuarenta premios y reconocimientos sobre tu trabajo, dar talleres, ponencias, y varios workshops. Hacer las fotos del cumpleaños de tu hijo. No ser capaz de sacar ni una foto que no esté trepidada o quemada.
17- Madrugar un domingo para intentar fotografiar la vida del amanecer en el centro de Madrid, para luego acabar bailando la conga con David Fidalgo “Bricks” en el after más cercano y desayunar unas buenas patatas bravas con café con leche.
Y la última:
Plantearte que lo mismo tu mujer lleva razón, y deberías matricularte en el curso de cocina asiática que imparten en la asociación de vecinos.

Se ve que sabes del tema. Jajaja
Me gustaLe gusta a 1 persona
jajajjaaja me he sentido indentificado con muchas!!!
Eso significa que ésto es lo mío, o que compartimos transtornos…
Me gustaLe gusta a 1 persona