
Cuando uno se adentra en el mundo de la Fotografía de Calle, no para de escuchar afirmaciones dogmáticas tales como que es obligatorio usar un objetivo fijo (ah, y de 35mm, por supuesto!), que recortar las fotos es cuanto menos un sacrilegio, y la que hoy nos ocupa: El fotógrafo nunca debe entrar en escena.
Existe un error de traducción en esta última regla, (seguramente lo habréis visto en miles de artículos de Fotografía de Calle) que hablan de que una callejera debe de ser “cándida”. Esta mala interpretación viene de que en el mundo anglosajón la palabra “Candid” viene a ser “Sincera” en la lengua de Cervantes, o lo que es lo mismo:
“La fotografía de calle debe de ser lo menos intrusiva posible, dejando que el fotógrafo sea un mero espectador (y no partícipe) de la escena.»

Si bien al fotógrafo novel le pueden servir de referencia para adentrarse en este mundo, es igual de cierto que las reglas en cualquier estilo fotográfico están para romperlas. Alterar el cambio de la urbe, provocando reacciones en el sujeto a fotografiar, nos abre un abanico de emociones que pueden potenciar una toma sin perder esa espontaneidad que caracteriza a este estilo.
En un retrato tenemos un/a modelo posando y mirando a cámara de una manera genérica a nuestro antojo, pero en la calle vamos a sacar toda la visceralidad de las personas en forma de risa, sorpresa… y hasta odio. En este sentido, y llevando esta tesis al extremo, hemos de mencionar a Bruce Gilden (Nueva York. 1946) quien literalmente asaltaba -a golpe de flashazo en la cara- a los viandantes, provocando unos resultados cuanto menos curiosos para el espectador (no tanto para las personas fotografiadas). Cabe decir que aunque muchos de nosotros somos admiradores de B.Gilden, sobre todo porque rompió moldes en los 90, actualmente no compartimos esa forma de trabajar tan intimidatoria.

En resumen, introducirnos como fotógrafos en la escena no tiene por qué romper ese halo de realidad pura en la fotografía de calle (al fin de al cabo somos parte de ella), y nuestra presencia puede acabar potenciando la toma dando lugar a una serie de acontecimientos inesperados.
Hola amigos soy de Costa Rica
Me encantan los artículos y aunque no hago fotografía de calle les aseguró que me han incentivado a tirar algunos cuadros por ahí, después les comparto el resultado
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Hola Jonathan! Me alegra que te gusten nuestros artículos. Tienes un hagstag específico en Instagram: #lacalleesnuestracolectivo, para poder compartir tus fotos de calle. Las que mas nos gustan las colgamos en @lacalleesnuestracolectivo .
Una vez que empieces con la calle… no la vas a querer soltar!
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Completamente de acuerdo. La creatividad no debe reprimirse por ciertas reglas puristas. En ciertas situaciones, el “cazador cazado” aporta espontaneidad a una escena interesante. Incluso en esos casos, el fotógrafo más que un intruso espectador, la muestra a los que visualizan su fotografía y que sean ellos los verdaderos espectadores. Castigar al fotógrafo en estos casos no tendría sentido. El sentido está en la interpretación de la propia imagen.
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Buen apunte Xabi! Gracias por leernos!
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“dejando que el fotógrafo sea un mero espectador (y no partícipe) de la escena”… No estoy nada de acuerdo con esto. El fotógrafo participa con su mirada en la escena. Sin fotógrafo no hay escena.
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Efectivamente, a veces meter al fotógrafo en escena no altera el espíritu de la calle, si no que lo potencia.
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