Me leí el otro día un artículo científico que contaba cómo, con tanta fotografía de nuestras vidas, dejamos de almacenar recuerdos en el cerebro. Lejos de ser algo horroroso, resulta que lo que pasa es que hacemos un uso mas eficiente de nuestra memoria. Es decir, no somos capaces de recordar datos concretos, pero sabemos exactamente en qué ficheros digitales buscar esas miles de historias, de las cuales en mi caso (y si nos fiamos de mis fotografías del móvil), serán de borracheras varias.
El caso es que le dí una vuelta al tema de la eficiencia en mi manera de fotografiar, y pensé en mis paseos fotográficos por Madrid. Pese a todo eso que hablan del flâneur (callejear sin rumbo por placer, vaya), yo soy un tipo raro, maniático de cojones y siempre hago la misma ruta (con poquitas variaciones):
Pues bien, aunque muchas veces se habla sobre viajar muchísimo para ponernos a prueba en otros entornos, fortalecer nuestra visión y volver con algunas buenas fotografías (cosa que por otro lado, también estoy muy de acuerdo), pienso que esos cuadriculados paseos fotográficos me hacen mucho mas eficiente a la hora de “hacer la calle”.
Dejémonos ya de ciencia, voy a hablar en plata: si sé el recorrido y lo voy perfeccionando día a día, sabré exactamente donde está la mandanga.
El conocerme cada esquina, cada ladrillo, y cada punto clave de ese paseo me permite focalizarme en cosas muy concretas: recuerdo perfectamente dónde están esos contenedores llenos de mierda que a veces me han dado alguna alegría fotográfica, sé cuando no debo ir por Fuencarral porque ya no hay ni pizca de luz, y tengo localizadas unas cortinas de un precioso color verde petrol en el edificio Fundación Telefónica de Gran Vía (que por cierto, espero sacar algo de provecho con ellas algún día, porque se me resisten las cabronas). Voy por calles donde hay movimiento y evito zonas que muy difícilmente me aportarían algo. Conozco las horas, los lugares. No pierdo el tiempo.
Puede que me vuelva sin fotos, pero el 90% del paseo lo he sentido aprovechado.

Con esto no quiero decir que sigáis mis pasos y que os volváis unos maniáticos (ser yo no es divertido), pero sí pretendo que hagáis vuestras esas calles por las que tantas veces habéis paseado y, sobre todo, que no os canséis de ellas. Conocéis su iluminación, sus colores, sus secretos, sus olores… y coñe, ¡hasta sus buenos bares para ese combo de Botellín&Meada de medio paseo!
No siempre tenemos posibilidades de viajar o de coger el coche y cambiar de ambiente, pero si me permitís el consejo: realmente no hay que obsesionarse con eso para hacer buena foto de calle.
Al fin de al cabo, Saul Leiter tomó la mayoría de sus maravillosas obras en un radio de dos manzanas respecto a su apartamento en el East Village… ¿Podría decirse que fue el fotógrafo mas eficiente de la historia?
Hombre, si vives en pleno centro de nueva york lo tienes más fácil para apañarte con un par de calles, yo lo he comprobado al vivir en el centro de Londres: paseo una y otra vez por las mismas calles de mi barrio y siempre hay foto. Aunque fotógrafos como Ernesto Peña te sacan petróleo de un descampado…
Al final, está bien hacer ambas cosas, combinar viajes a lugares remotos con el trabajo del día a día en tu entorno conocido. Probablemente de cara a un proyecto lo segundo sea más adecuado.
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Efectivamente siempre habrá sitios mas adecuados que otros, fotógrafos con mejor ojo que otros, y gente a la que gusten determinados estilos de esos fotógrafos. Pero conocer ayuda.
Y efectivamente, los viajes son muy necesarios, pero no hay que deprimirse cuando no tenemos el tiempo o el dinero para ellos, siempre habrá donde encontrar mandanga en nuestro entorno!
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